Intervenir fotografías es algo le gustaba hacer a mi abuelo y que después al tiempo yo adopté a
mi trabajo. Lo veo como un camino alternativo a lo que acostumbro hacer en papel, casi como un
recreo que me doy...
Cuando encuentro una foto en la calle o una revista no dudo en arrancarle la hoja que necesito o
levantarla del suelo para llevármela a casa (como una especie de reciclado de la imagen) cambiarla,
alterarla, intervenirla.
Antes solo usaba corrector ortográfico, hoy utilizo pintura acrílica (ya que el corrector
generaba relieves que no buscaba) y objetos filosos como cútters y bisturíes. Voy alternando
materiales en cada trabajo.
Con la pintura suelo tapar (objetos y cuerpos), dar detalles (como brillos y sombras) o agregar
cosas (como narices largas o extremidades). Por otro lado, con los materiales filosos, raspo la
foto (sobre caras, manos, objetos y fondos). Busco llegar hasta el límite en que la imagen se
borra por completo dejando así una silueta blanca. Es un método que debe hacerse despacio y con
precisión para evitar daños difíciles de arreglar o tapar.
Si se trata de una hoja de revista tengo más cuidado que con una foto, en ambos casos no se corre
la misma suerte por un tema del papel. El de revista suele ser fino y ordinario pero el mejor (en
mi caso) para poder raspar y dar un efecto rústico y sucio.
Una vez que la imagen queda "limpia" comienzo a trabajar. En esta instancia uso tinta china y
plumín, un pincel fino o tan solo microfibras.
A medida que avanzo todo comienza a tener una nueva situación y otros protagonistas. Me invento
una historia y así sigo agregando cosas, improvisando y jugando.
A veces siento que estoy en medio de un cadáver exquisito, porque la imagen ya existe y yo de
alguna manera la estoy continuando.
Juan Pez.
Buenos Aires, Octubre de 2011.
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